miércoles, 21 de mayo de 2008

Asociación libre

Lo más cerca que estuve de Moscú fue cuando una tarde de sábado pisé la Iglesia Ortodoxa Rusa de San Telmo.

El edificio de cúpulas azules es una figurita difícil. Suele estar cerrado excepto cuando hay misa o cuando organizan visitas guiadas pagas algunos domingos.

Pero parece que ese sábado había un acontecimiento especial y sus puertas estaban abiertas. Apenas pasé el enrejado, vi una escalera; es que la Iglesia Rusa no tiene planta baja, el templo queda en el primer piso.

Cuando llego arriba y estoy por ingresar al templo propiamente dicho, una señora que estaba detrás de un mueblecito me frena, yo pensé que me iba a pedir una colaboración, pero no. Me equivoqué, prejuzgué. La señora me entrega un trapo escocés bien largo y me dice en perfecto castellano: “Ponételo arriba del pantalón”. Me envolví con el trapo que se transformó en maxifalda porque tenía una cuerda para atarlo a la altura de la cintura. Según la tradición las mujeres debemos usar pollera -larga- en la Iglesia.

El templo en sí no decía mucho, era pequeño y oscuro, lúgubre, rasgo distintivo de los recintos sacros.

Pero lo más llamativo era la ocasión por la que la Iglesia estaba abierta. Lo tengo que escribir en condicional porque nunca me acerqué demasiado para confirmarlo pero puedo decir que habrían estado velando a alguien. A cajón abierto.

La situación era escalofriante: mucha gente, muchas velas, y todos repitiendo a coro unas oraciones en un idioma desconocido por mí (estimo que era ruso), alrededor de un cajón abierto, donde supongo, descansaba un cadáver.

Me quise quedar un poquito para ver el ritual pero mucho no aguanté.

Me acuerdo de esta anécdota porque en unas horas se juega la final de la UEFA Champions League entre Manchester United y Chelsea, en Moscú.

Ojalá hoy la Iglesia Ortodoxa Rusa abriera sus puertas y colocase pantallas gigantes para ver a Carlitos Tevez, a Cristiano Ronaldo, a Frank Lampard, a Didier Drogba...

Sin dudas es un acontecimiento especial y bien vale la pena.

jueves, 15 de mayo de 2008

Cosas que te hacen feliz


Después de no sé cuántos años de tomar café con leche con azúcar o últimamente con edulcorante, hace muy poquito (hará unos meses) me di cuenta de que lo puedo tomar amargo perfectamente. Que me gusta así, sin nada y que el agregado de un dulzor le tapa su verdadero sabor.

O sea ahora tomo el café con leche y ni siquiera ensucio una cucharita. Me ahorro dos cosas: el edulcorante y el lavado de la cucharita. ¡Y eso me pone contenta!

martes, 13 de mayo de 2008

Salida de chicas


La joda empezó a las cuatro y media -cinco menos cuarto por mi constante impuntualidad- del sábado. Voy a Barrio Norte, le toco el timbre a Paulita. “Ya bajamos”, responde por el portero eléctrico. Pero le toco de vuelta porque quería subir a dejar la cámara de fotos. Es que si yo les cuento a dónde íbamos tres chicas solas un sábado a la tarde...

Cada vez que pienso en una ‘salida de chicas’ recuerdo una anécdota que me trajo Romi de una compañera de trabajo suya. En plena época de auge de los blogs esta buena muchacha fue pionera en esto de contar anécdotas personales. En uno de los archivos del 2005 la chica se fue a hacer las manos a una manicure aparentemente súper famosa y tituló el texto “Sábado de locura”. Me quedó tan grabado que ahora cada vez que alguien me pregunta qué hiciste el sábado a la noche, cuento: ‘Nos juntamos con mis amigas y entre trago y trago, nos pintamos las uñas... ¡De negro!’. Algunos pueden pensar que somos depresivas pero no, eh. La llevamos bien.

Decía que el sábado había empezado a media tarde. Las salidas tradicionales son ferias de ropa y diseño en Palermo o San Telmo, Plaza Francia, Costanera Sur o Norte, cine, peluquería o bar. Pero nosotras (Paulita, Agustina y yo) somos amigas de la escuela de periodismo deportivo así que en honor a la génesis de nuestra amistad, fuimos a la cancha. Nos tomamos dos bondis para llegar a Liniers y aburrirnos 75 minutos (los últimos 15 fueron emotivos) en Vélez 2-1 Rosario Central.


La entrada nos salió 12 pesos y vimos el partido muy cómodas sentadas en la Platea Sur de la hermosa cancha de Vélez. Para amenizar la función llevamos rocklets y garotos... Y sí, está bien que nos guste el fútbol pero, ante todo, seguimos siendo mujeres y el chocolate es nuestra debilidad número uno.

lunes, 5 de mayo de 2008

Regalo


Mis padres se fueron unos días a Tandil, a la Posada de los Pájaros, allí donde Boca hace la pretemporada. Allí también donde acuden en masa jubilados de privilegio que rondan los 80 años y se pasean en bata por todo el hotel. Según las palabras de mi mamá: “En los spa pasan cosas raras. Unos señores de 80 años van a desayunar en bata, almuerzan en bata, meriendan en bata y cenan, también en bata”. Mis padres no tienen 80 años ni tampoco usan bata pero se ve que quieren hacerse una idea de lo que les espera, si es que llegan a longevos.

En fin, después de unos días de descanso, el domingo ellos ya de regreso, los voy a visitar.

Mamá: -Te traje un regalo.
Yo: -Muchas gracias.
M: -Es una artesanía que le compré a un artesano de ahí. Espero que te guste.
Y: (Sin más preámbulos abro la bolsita y veo una pulserita plateada) -¡Qué linda! Muchas gracias.
M: (Intentando abrochármela) -El artesano que me la vendió me dijo que es de plata 900 y que la piedrita es de Cuba. Andá a saber si es verdad... Pero está original, ¿no? Me gustó el diseño, estas hojitas que le cuelgan...
Y: (Se me dibujaba una sonrisa pícara) -¿Sabés de qué son esas hojitas?
M: (Con una sonrisa cómplice) De marihuana supongo.

Y yo que pensaba que mis padres eran unos retrógrados...