sábado, 28 de agosto de 2010

Martín “sopita” Buscaglia



Repetirse, reinventarse, renacer. Hace un mes, en el Club Atlético Fernández Fierro, vimos a un artista re. El show de Martín Buscaglia, el hombre orquesta –como él mismo se define– es muy extraño, me resultó esquizofrénico, extravagante, reiterativo, y hasta reflexivo. Buscaglia se ve ahí en el escenario, aparece solo pero acompañado por sus instrumentos y por él mismo. Porque en su show no hay un único Buscaglia, hay muchas versiones de ese Buscaglia. Él viene con un bonus track y como sabe que tiene un plus, juega todas sus cartas. Primero saca uno que hace palmas, otro que mete un “chiqui-chiqui”, uno que interpreta los sonidos de percusión del candombe, otro que activa sonidos de videojuegos.
Durante el show me sentía en una gran sopa de fideos. Como cuando jugás con la cuchara en el plato, intentando tomar más caldo pero los invasivos dedalitos se adelantan, ganan el lugar porque quieren entrar, quieren subirse al viaje. Y en la próxima cucharada, otra vez, aparecen más y más fideitos; no se agotan, como Buscaglia, se regeneran.