Como quiere vivir en un velero está aumentando sus conocimientos náuticos por eso una vez por semana va al curso de patrón. El otro día vino a casa después de clase y me mostró su cuaderno de anotaciones. Yo también tengo el mío que uso en la facultad, es el mismo para dos materias y sufrió, entre otros inconvenientes, un derrame de agua que provocó una inflamación y posterior endurecimiento del papel. A pesar de todo se la banca y sigue llenándose con palabras, tachaduras y gráficos pésimamente dibujados siempre en birome azul.
Pero el cuaderno de mi hermano no. El cuaderno de mi hermano es distinto. Cuando lo vi le dije: “Boludo, esto es un manual de la escuela. Mirá yo tengo uno ahí, es como un manual”. Y me respondió: “Sí, claro, es que yo me quiero hacer un manual”. Es artesanal, está hecho a mano pero está diseñado con blancos, con gráficos de colores, con viñetas, con recuadros y hasta con íconos que indican atención, zonas de interés. Para no hacerme sentir mal, me dice: “Lo que pasa es que el tuyo es un cuaderno de apuntes. Yo no tomo apuntes, ¿ves? Lo único que anoto en clase son las páginas que tira el profesor y después en casa busco en Internet y escribo lo que me interesa. Por eso está tan prolijo, porque lo hago tranquilo en casa”.
Cuando guarda el cuaderno en la mochila, veo que se asoman unos rollos de contact y le pregunto: “¿No me digas que es para forrar el cuaderno?”. Se ríe, lo niega con la cabeza y me dice que es para otra cosa. Sospecho… cuando vuelva a ver el cuaderno les cuento.