jueves, 22 de octubre de 2009

El suplemento Radar

El domingo me levanto temprano y salgo de casa con un único objetivo: tener en mis manos Página 12. No es por el diario en sí, sino por uno de sus suplementos, el Radar. Lo compro y enseguida lo busco por las dudas de que no esté. Además me genera cierta ansiedad ver lo que está en tapa; en qué arte se va a enfocar esta semana o en quién. La miro una y otra vez hasta avanzar con el maravilloso contenido interior.

Toda esa ansiedad que me provoca por momentos Radar, esas ganas de leerlo de punta a punta, de no perderme ni una pastillita, de mirar la agenda y ver a cuántos espectáculos voy a ir esta semana aunque no vaya a ninguno, todas las sonrisas que generan esas páginas grandes y gruesas, al domingo próximo son historia. Y no porque queden desactualizadas, sino porque sirven de sostén para la bolsa de residuos. Las páginas más bellas de los domingos se doblan en dos o en cuatro y se ubican en el piso del tacho de basura. Arriba, generalmente con un poco de aire, flota la bolsa de supermercado donde se va a almacenar la yerba mojada, las servilletas usadas, las basuritas que quedan en la pileta cada vez que hay un lavado de platos, los saquitos de té.

Ese papel grueso, fuerte, poco flexible termina mojado, manchado por la yerba, las verduras, el té, con olor a podrido, termina siendo revulsivo. Y después, cuando ya no sirve más, ni siquiera para sostener la carga de los residuos, va a parar a una bolsa, en el tacho de basura.

jueves, 8 de octubre de 2009

otra vez


Encontré esto en el archivo de mi compu, donde tengo muchos textos inéditos y me pareció muy gracioso. A Carita le va a gustar. Está inconcluso pero vale igual:

Paloma
¿A quién se le habrá ocurrido eso de que las palomas son el símbolo de la paz? Les voy a contar una historia, que quizá muchos no sepan, pero aquí y ahora voy a desmitificar eso de las palomas y la paz.

En Argentina no había palomas. No sólo no había en Argentina, tampoco había en el continente americano porque las palomas son europeas. Y no es una casualidad. Las palomas son sucias y para que no me tachen de subjetiva no voy a decir que son inmundas, pero sí que son malolientes. Y los europeos también, no les sobra el agua y a veces no pueden bañarse todos los días. Algunos fabricaron grandes perfumes para sentirse menos sucios, pero ni la mejor fragancia del mundo podrá reemplazar al jabón...

A algún gracioso se le ocurrió traer una parejita de palomos a Buenos Aires. Ese no sé quién vino en barco desde el Viejo Continente, llegó al puerto y además de una valija con sus pertenencias, sonreía con una jaula en la mano. Adentro, una hembra y un macho de una especie desconocida, exótica. Eran aves y se parecían a


Ni en pedo pongo la foto de una paloma en mi blog