domingo, 21 de septiembre de 2008

Cosas que te hacen feliz III


Sigo con esto de “hacerla bien”. Hace más o menos un mes fui feliz. Otra vez. Desde que escribo en el blog me doy cuenta de que tengo más momentos felices de los que pensaba. Ya voy por el tercero.

Un domingo caminé hasta el Espacio Ecléctico en San Telmo y entré a la Feria de libros de fotos de autor. De esa casa vieja pero reciclada no tengo los mejores recuerdos, hace unos años en una fiesta me robaron la billetera, lo que se tradujo en trámites y más trámites para recobrar todas las tarjetas plásticas. Sin embargo ese domingo todo fue distinto, en el mismo salón del robo disfruté desde que llegué hasta que me fui.

La feria está dividida en varios sectores, los libros -en su mayoría son ediciones artesanales- se ordenan por Biodramas, Documentales, Eróticos, Estudios, Experimentales y Viajes.

Se hace imposible ver todos los libros en un día, por eso el año que viene iré por lo menos dos veces. De esta visita me gustaron muchos libros pero me quedo con una idea que me pareció fabulosa. Quizá porque soy bien porteña, porque me encantan los planos y las guías T, las calles, los barrios, los medios de transporte público, en definitiva, lo urbano.

Se llamaba “Mapas mentales de Buenos Aires”, una idea de Lorena Vivent Barahona, que consistió en pedirle a personas de su barrio y amigos que dibujaran un planito de la ciudad. Lorena buscó y encontró de todo. Desde algunos que se negaron a dibujar, otros que apenas se animaron con la silueta de la ciudad, algunos muy expresivos dando muestras de todo lo malo de Buenos Aires... Había páginas -el soporte elegido fue papel de molde de sastre que es finito y frágil- sin aire con mapitas superproducidos llenos de símbolos, frases y dibujitos; otros mucho más simples con enormes vacíos que igualmente transmitían muchas cosas.

Al final, la autora proponía que el lector que así lo quisiera, dibujase su propio mapa mental. En el momento no me animé porque quería usar el tiempo para seguir hojeando libros y porque me sentía observada por unos turistas colombianos -estimo- que tenía al ladito.

Pero ahora quiero mostrar mi mapa mental, que obviamente es de mi barrio y que dibujé con mucho entusiasmo, mucho amor y poquísimo talento.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Cosas que te hacen feliz III (intro)


Tardé más de la cuenta y más de lo que me hubiera gustado en escribir esto porque lo quería hacer bien. A veces me gusta hacerla completa. Por ejemplo hace una semana quería comer guacamole, pero un guacamole bien. Uno que reuniera todos y cada uno de los ingredientes: palta madura, locoto (es un ají picante como un putaparió o “el de la mala palabra”), tomate, cebolla, aceite de oliva (sólo unas gotitas), pimentón dulce español, ketchup picante, sal y... la figurita difícil: cilantro. Esos pequeños yuyitos verdes que se parecen al perejil pero ni se comparan en sabor son casi unas hierbitas gourmet en mi barrio.
Cerca de casa es difícil conseguir y algo que me indigna es que Victoria, la verdulera de la esquina no tenga. Sólo por el hecho de ser boliviana debería tener y no de vez en cuando, sino siempre. Es que los bolivianos están acostumbrados a comer cilantro seguido, quizá no tanto como los peruanos o los mexicanos pero lo tienen bastante incorporado a sus platos. Y todas las bolivianas que venden en la calle tienen cilantro, no lo tienen a la vista pero si les pedís, buscan hasta que encuentran los ramilletes en un bolsita que está adentro de otra, y otra, y otra (no sé porqué tienen tantas bolsitas).

Como Victoria no tiene, hay que fijarse en el Josimar -el súper- que es una lotería: a veces está, otras no. Y sino, probar suerte en las verdulerías del derredor que evidentemente nunca se enteraron de que el cilantro existe. Yo ya voy con desconfianza, como sabiendo lo que me espera:
-Hola, por casualidad no tenés cilantro, ¿no?
-¿Qué cosa?
-Cilantro...
-No, nena, esas cosas no tenemos nosotros.


Y el diálogo se repite. Hasta que pruebo en los chinos -no sé si son chinos pero orientales, seguro- y la chinita divina que siempre tiene una sonrisa, me mira y me dice:

-¿Cilantlo? Jaja, justo quedó un paquele.


Y se va lejos, a la cámara o al depósito de donde los chinitos sacan las verduras más delicadas y me trae un ramito hermoso, bien verde, bien aromático, bien rico. Es cierto, me costó, perdí bastante tiempo, di muchas vueltas, me cansé de preguntar siempre lo mismo y oír la misma respuesta pero conseguí lo que buscaba y pude hacerme un guacamole como la gente, como me gusta a mí. Y como dice mi hermano, saboreé el guacamole “más rico del mundo”.

Como este ejemplo se extendió demasiado, decidí postear el texto que remite a “Cosas que te hacen feliz III” en una segunda entrega que viene a continuación. Es como el “continuará” de las novelas de los ochenta o el “to be continued” de las sagas de pelis hollywoodenses.