sábado, 20 de marzo de 2010

Contraimagen

No los conté pero deben ser al menos 10 kilómetros. Sí, esa debe ser la distancia entre la casa de mi abuela y La Morocha, una de las playas del sur de Mar del Plata. Bien al sur, pasando Punta Mogotes, pasando El Faro, en la ruta que va a Miramar.

Antes de encontrarme con ella, yo estaba todo el día en la otra punta, en las playas del norte, porque quedan más cerca, porque son más despobladas y porque podía entrar con la bicicleta. La bici me acompañó siempre a la playa. ¡Hasta fue a Santa Clara! Y esta vez no iba a ser la excepción. Ni la hora, ni la temperatura, ni las pronunciadas lomadas de la ciudad feliz impedirían que yo fuera motorizada a La Morocha.

Salí once y cuarto porque había quedado en encontrarme con ella a las 12, justo en la entrada. No tenía idea cuánto iba a tardar pero dije, por las dudas, salgo con tiempo. El camino se hizo duro, difícil, arduo. El sol lastimaba a pesar del protector solar, el viento se volvía en contra y era caliente como la arena. Las calles en subida se multiplicaban y el camino era como un laberinto, no podía encontrar el destino.

No miré nunca el reloj pero me daba cuenta de que una vez más estaba llegando tarde. Hacía lo imposible para pedalear más rápido pero estaba agitada, el sudor recorría todo mi cuerpo, se me empañaban los anteojos de sol.

A las doce, doce y diez llego, miro enfrente y la veo: ella estaba ahí parada casi en la puerta del autocamping. Rubia, vestida de azul como siempre, con su vinchita con cascabeles, con la musculosa semi puesta, el corpiño de la bikini que se asomaba, broceándose, cosechando piropos. Yo, llegué acalorada, agitada, despeinada, empapada en transpiración, me sentí el ciclista de Las trillizas de Belleville y ni siquiera recibí una palabra de aliento en todo el camino.

3 comentarios:

Princesa Turquesa dijo...

Jaaa!, casi me muero...inolvidable mediodía, pensé que te perdía!
Justo ayer le comenté a Ayelencita que me parece que me voy en semana santa, desde ya estás invitada (podés obviar la bicicleteada!). Besos nena, siempre es un placer.

De Tal Palo dijo...

Grosa Ce por meterle pedal por doquier y grande Pau por estar siempre impecable!

Pat dijo...

Yo quiero ser como tu abuela
besos