domingo, 12 de septiembre de 2010

Francis Mallmann

Viste sweater rosa, pañuelo al cuello al tono, boina y saco de terciopelo rayado. Usa botas de montar no en vano: el hombre llega a caballo a un paraje inhóspito en la Patagonia, al lado de la Cordillera de los Andes. Llega solo pero evidentemente tiene un equipo numeroso que ya hizo gran parte de su trabajo: prendió los fuegos, armó la mesa, abrió el vino para que respire.

No tiene pinta de gaucho, pero el hombre se esfuerza en combatir el frío y el viento. “No sé cuántos grados bajo cero debe hacer, pero muchos”, suelta. En semejante hostilidad, se anima a terminar el plato del día: entrecot de cordero con “pastel de papas rosadas y cebollas”.

Ni bien termina el plato, solamente atina a probar las papas y dice: “Esto es exactamente lo que quería”. Por la televisión se ve delicioso y claro, los ojos siempre dicen la verdad. Después de ese mini bocado y dejando el plato intacto, confiesa: “Me voy, no lo soporto más. Hace demasiado frío. El hombre tiene que saber cuando la naturaleza dice basta. Me voy”. Y sin perder más tiempo, cabalga de regreso al refugio; se le vuela la boina pero poco le importa, ni siquiera se acuerda de su chihuahua, que quedó dentro de un bolsito en el desolado paisaje patagónico.

3 comentarios:

Princesa Turquesa dijo...

Me encanta!!!, I would marry Francis Mallman!
pd: soy yo, o tenemos gustos demasiado sincronizados...?

De Tal Palo dijo...

Groso Francis!

Si, evidentemente las dos tienen gustos sincronizados porque ambas quieren casarse con un chef gay. Bien pensado, chicas. Tiene sus ventajas ;)

Princesa Turquesa dijo...

Será gay, pero qué oeufs!
pd: a mí no me consta...