Viste sweater rosa, pañuelo al cuello al tono, boina y saco de terciopelo rayado. Usa botas de montar no en vano: el hombre llega a caballo a un paraje inhóspito en la Patagonia, al lado de la Cordillera de los Andes. Llega solo pero evidentemente tiene un equipo numeroso que ya hizo gran parte de su trabajo: prendió los fuegos, armó la mesa, abrió el vino para que respire.
No tiene pinta de gaucho, pero el hombre se esfuerza en combatir el frío y el viento. “No sé cuántos grados bajo cero debe hacer, pero muchos”, suelta. En semejante hostilidad, se anima a terminar el plato del día: entrecot de cordero con “pastel de papas rosadas y cebollas”.
Ni bien termina el plato, solamente atina a probar las papas y dice: “Esto es exactamente lo que quería”. Por la televisión se ve delicioso y claro, los ojos siempre dicen la verdad. Después de ese mini bocado y dejando el plato intacto, confiesa: “Me voy, no lo soporto más. Hace demasiado frío. El hombre tiene que saber cuando la naturaleza dice basta. Me voy”. Y sin perder más tiempo, cabalga de regreso al refugio; se le vuela la boina pero poco le importa, ni siquiera se acuerda de su chihuahua, que quedó dentro de un bolsito en el desolado paisaje patagónico.
3 comentarios:
Me encanta!!!, I would marry Francis Mallman!
pd: soy yo, o tenemos gustos demasiado sincronizados...?
Groso Francis!
Si, evidentemente las dos tienen gustos sincronizados porque ambas quieren casarse con un chef gay. Bien pensado, chicas. Tiene sus ventajas ;)
Será gay, pero qué oeufs!
pd: a mí no me consta...
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